El Ensayo


La Ciudad inexistente

Cuando miro con la mirada de un transeúnte que recorre las calles de mi pueblo, busco

una idea de lo que veo y se me retrae la atención, como una compositora que no encuentra un frase para empezar a escribir una canción, pero debo componer una idea de lo que quiero exponer.

Voy a comenzar con interrogantes: ¿Por qué este pueblo que está ubicado en un privilegiado lugar no ha tenido un crecimiento sostenido, en tiempo, tanto en cantidad habitantes, como en espacio urbanístico?

Si al mirar al sur tenemos una ciudad como Tres Arroyos, con setenta mil habitantes y mirando hacia el norte está la ciudad de Benito Juárez con cuarenta mil habitantes y entre esa dos ciudades Gonzáles Chaves con apenas diez mil habitantes nos damos cuenta que algo pasó con nosotros.

Pero claro, es una ciudad “tranquila”, y cómo no va ser tranquila si no hay gente, si cada día que pasa se van cantidades de jóvenes. Y la ciudad queda sujeta a la idea sostenida que un pueblo puede ser pequeño y tener las bondades que te da la relación pueblerina, eso es como quedar detenido en el tiempo, es como estar parado, en un lugar tan quieto que te pueden tapar los pastos, es como la quietud muy bien observable pero, para muy pocos.

Algunos miran sin ver, la realidad es que el crecimiento de una ciudad no es siempre desde la virtud, la virtud es tan virtuosa que te hace mirar hacia ti mismo, hacia adentro, es como querer encerrar todas las buenas condiciones de la buena vida en un puño.

Los habitantes más ancianos quieren un pueblo para transitarlo ellos sin que nadie los perturbe, los más jóvenes quieren tranquilidad para que sus hijos crezcan en un lugar seguro, como si la seguridad fuera un supuesto, que se puede anticipar lo que piensa el que va delinquir.

Los adolescentes sí saben que un pueblo debe crecer, para algún día ser una ciudad verdadera, pero lo único que les queda es irse.

Los niños son felices, ¿Qué le podríamos pedir a los niños que sean “felices”?.

Esto quiere decir que este es un pueblo para ancianos y niños.

Se construirá con el tiempo, con los de edad intermedia una nueva concepción, para que nazca y florezca la ciudad y no quede en el medio de dos ciudades como paraje casi inexistente.

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Con esta presidenta no

Lunes, 05 de marzo de 2012 

OPINION


 Por Gustavo Oliva 


Me llama la atención la conducta política de los sectores gremiales de la educación que vuelven a recurrir a viejas metodologías. ¿No se dan cuenta de que el almanaque corre para todos y que los tiempos que vivimos hoy no son los mismos que en la década del noventa?

Como cualquier otro trabajador, los docentes tienen derecho a luchar por un salario digno, pero deben reconocer que el gobierno nacional es el único que en los últimos años colocó en agenda la problemática de la educación en su integralidad.

No es concebible que las posiciones sectoriales, que sólo buscan satisfacer sus propios intereses, estén por encima del interés general que nos plantea nuestra presidenta como país y como modelo.

Se han realizado grandes esfuerzos para jerarquizar el sistema educativo argentino. La lucha por las retenciones móviles como herramienta para una mejor distribución de la riqueza es un claro ejemplo de ello.

El trabajador de la educación hoy tiene el mejor salario de los últimos 50 años a valores constantes. Mídanlo como quieran, compárenlo en litros de leche, en kilos de pan, con el valor de la nafta o en dólares.

Recordemos, además, que tenemos el 6,47 por ciento del producto bruto interno destinado a la educación y el mejor salario del sector en toda América latina. Este ha sido un viejo anhelo del pueblo argentino en general y de la comunidad educativa en particular, donde incluso se han visto superados sus deseos y expectativas.

La política en materia educativa desarrollada por Néstor y Cristina permitió la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología; la apertura de nuevas universidades; la repatriación de científicos; la sanción de leyes nodales como la de financiamiento, la de escuelas técnicas, la de educación sexual; la derogación de la patética Ley Federal por una nueva Ley de Educación Nacional, que establece entre otras cosas la obligatoriedad del nivel secundario; la construcción de más de mil ochocientas escuelas, la distribución de millones de libros y netbooks en toda la República, entre otras innumerables medidas.

Convoco entonces a los dirigentes gremiales a que reflexionen profundamente y me pregunto: ¿acaso no será éste el momento de revisar las viejas metodologías de lucha y protesta justificables en los noventa con Menem, Cavallo, Duhalde y hoy con el ingeniero Macri?, ¿son medidas justas para con esta presidenta que luchó y lucha incansablemente por un modelo educativo que garantiza la igualdad, la inclusión y el acceso de todos al conocimiento y que sirve de ejemplo para nuestra América latina?

En este sentido es fundamental recordar las palabras de la Presidenta cuando se refirió a que “nadie pretende recibir las gracias, simplemente que defiendan lo que es de ustedes, porque el día que esto se acabe a los primeros que se llevan puesto es a los trabajadores argentinos”.

Por eso, es parte de nuestro compromiso, como trabajadores de la educación, reflexionar sobre cómo defender lo que logramos y construir lo mejor que está por venir.

* Presidente de la Comisión de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Técnica del Senado de la provincia de Buenos Aires.





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