El Ensayo


La Ciudad inexistente

Cuando miro con la mirada de un transeúnte que recorre las calles de mi pueblo, busco

una idea de lo que veo y se me retrae la atención, como una compositora que no encuentra un frase para empezar a escribir una canción, pero debo componer una idea de lo que quiero exponer.

Voy a comenzar con interrogantes: ¿Por qué este pueblo que está ubicado en un privilegiado lugar no ha tenido un crecimiento sostenido, en tiempo, tanto en cantidad habitantes, como en espacio urbanístico?

Si al mirar al sur tenemos una ciudad como Tres Arroyos, con setenta mil habitantes y mirando hacia el norte está la ciudad de Benito Juárez con cuarenta mil habitantes y entre esa dos ciudades Gonzáles Chaves con apenas diez mil habitantes nos damos cuenta que algo pasó con nosotros.

Pero claro, es una ciudad “tranquila”, y cómo no va ser tranquila si no hay gente, si cada día que pasa se van cantidades de jóvenes. Y la ciudad queda sujeta a la idea sostenida que un pueblo puede ser pequeño y tener las bondades que te da la relación pueblerina, eso es como quedar detenido en el tiempo, es como estar parado, en un lugar tan quieto que te pueden tapar los pastos, es como la quietud muy bien observable pero, para muy pocos.

Algunos miran sin ver, la realidad es que el crecimiento de una ciudad no es siempre desde la virtud, la virtud es tan virtuosa que te hace mirar hacia ti mismo, hacia adentro, es como querer encerrar todas las buenas condiciones de la buena vida en un puño.

Los habitantes más ancianos quieren un pueblo para transitarlo ellos sin que nadie los perturbe, los más jóvenes quieren tranquilidad para que sus hijos crezcan en un lugar seguro, como si la seguridad fuera un supuesto, que se puede anticipar lo que piensa el que va delinquir.

Los adolescentes sí saben que un pueblo debe crecer, para algún día ser una ciudad verdadera, pero lo único que les queda es irse.

Los niños son felices, ¿Qué le podríamos pedir a los niños que sean “felices”?.

Esto quiere decir que este es un pueblo para ancianos y niños.

Se construirá con el tiempo, con los de edad intermedia una nueva concepción, para que nazca y florezca la ciudad y no quede en el medio de dos ciudades como paraje casi inexistente.

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BIOLCATTI ADMITIO QUE AL CAMPO LE VA BIEN, QUE MINTIO SOBRE EL “VOTO AGRARIO” Y “EXPLICO” LOS RESULTADOS DEL DOMINGO




Viernes, 19 de agosto de 2011

Con el plasma y Tinelli votan cualquier cosa

Tras las elecciones primarias, el titular de la Sociedad Rural arremetió contra los votantes y los opositores, incluidos los que lo habían respaldado. Después de años de discursos que anunciaban el apocalipsis agrario, no tuvo problemas en reconocer que “al campo le va bien”

Por Raúl Dellatorre

No le importó reconocer que “cuando nos convenía, no-sotros (población rural) nos vendimos como el 15 por ciento del padrón, pero en realidad no llegamos al 8”. Tampoco, admitir que “sí, a nosotros nos va bien”, aunque hasta hace poco afirmaba que, con esta política, Argentina iba camino a quedarse sin trigo y sin carne. Hace menos de un mes, el sábado 23 de julio, Hugo Biolcati cerraba su discurso de inauguración de la Exposición Rural señalando: “Estoy seguro de que esta larga noche está llegando a su fin (...). Pronto, todos juntos en las urnas, podremos devolver a la Patria los valores que fuimos olvidando”. Ayer, el propio titular de la Sociedad Rural, tras las primarias abiertas del domingo pasado, admitía su desilusión con la oposición, “atomizada y sin propuestas”, y con la gente que concurrió a votar, que “mira a Tinelli y si puede pagar el plasma, no le importa más nada (...). Esa gente votó a Cristina”.

Pero Biolcati dijo más. Hace menos de un mes, también en el marco de la Exposición Rural, se ufanaba ante otros dirigentes empresarios líderes: “Soy opositor, el campo se puede dar el lujo de ser opositor”. Ayer sostuvo que “la oposición le presentó a la sociedad su cara más desagradable”, alianzas surgidas como “fruto de una ingeniería electoral con objetivos egoístas y personalistas”. Y hace más tiempo aún, en la misma tribuna de la Rural pero en la inauguración de la Exposición 2010, también en un sábado de julio, Biolcati aseguraba que “la sociedad ya no admite más este estilo crispado, arrogante y confrontativo” del gobierno de Cristina Kirchner, y lo reiteró desde entonces incontables veces. Ayer, el mismo dirigente rural admitía que “mucha gente de los pueblos y las ciudades que acompañaron al campo en 2008, sin tener idea de lo que era la Resolución 125, ahora nos dicen ‘bueno, muchachos, no sigan hinchando, si no les va mal’. Y sí, a nosotros nos va bien, y tenemos una oposición que no presenta ninguna propuesta, y ante la posibilidad de que la crisis económica internacional impacte acá, el ciudadano votó la continuidad del Gobierno”.

Biolcati participó ayer como invitado principal en los desayunos de trabajo de la Asociación de Dirigentes de Empresa. Obviamente, el tema excluyente era la lectura política de los resultados del último domingo, que le pegaron un sonoro cachetazo a las aspiraciones de la oposición por acabar prontamente con el ciclo kirchnerista. Entre esos aspirantes, Biolcati siempre se había mostrado como el más entusiasta. Y el más activo, además, por alcanzar esa meta. Nunca lo disimuló.

Pero ayer, frente a los números que mostraron las urnas, el dirigente rural tuvo una reacción entre visceral, desbocada, confesional e indignada. Indignado con la oposición, partidos y alianzas que no supieron presentar, a su criterio, una alternativa para derrotar al Gobierno. Y con los votantes, que eligieron la continuidad. No “el voto del campo”, ya que según su explicación “el productor agropecuario no votó a Cristina, pero tampoco pudo encontrar una oferta atractiva en la oposición y atomizó su voto, como lo hizo la mitad que no votó al Gobierno”. “La que no acompañó (una propuesta opositora) fue la gente que apoyó la protesta del campo en 2008, esa gente votó a Cristina, no la del campo”, diferenció.

A partir de allí despotricó sin miramientos a ese segmento de la población, que fue la que sostuvo los cortes de rutas y concentraciones en el interior, golpeó cacerolas en Plaza de Mayo y barrios del norte de la Capital Federal y colmó los actos que encabezaban orgullosos los cuatro jinetes de la Mesa de Enlace en la lucha contra las retenciones a las exportaciones. “Esa gente votó a Cristina, esa gente a la que no le importa que aparezcan casos como el de Schoklender ni que haya inseguridad”, se fue desmesurando Biolcati. “Sólo le importa pagar el plasma. Encima aparece Zaffaroni explicando que él no sabía que había prostíbulos en sus departamentos, pero a nadie se le ocurre preguntar cómo es que tiene 17 departamentos un juez de la Corte con lo que gana.” Y remató subrayando “a la gente en el interior no le va mal. Mira el programa de Tinelli y si puede pagar el plasma, no le importa más nada”.

A esa altura, la incomodidad de las autoridades e invitados de la Asociación de Dirigentes de Empresa era evidente, pero Biolcati, acodado sobre la mesa, seguía adelante. “En 2008 mucha gente de los pueblos y las ciudades apoyó la protesta del campo, pero la mayoría no tenía ni idea de lo que era la 125”, la resolución que establecía las retenciones móviles. “Creyeron que con el voto no positivo de Cobos ya estaba, que el campo había ganado. Y no fue así.” Luego cuestionó los armados que intentó la oposición, que hasta la última exposición rural fue su compañera de ruta.

“Ricardo Alfonsín se juntó con De Narváez haciendo creer que había una

conjunción de radicales y peronistas, pero ningún peronista cree que De Narváez sea peronista.” “La pelea de Binner, Carrió y el centroizquierda, y la de Duhalde con Rodríguez Saá, que resultó el moño de todo esto, fueron fruto de la ingeniería electoral con objetivos egoístas y personalistas.” La mayoría de los ayer nombrados, no hace mucho, apenas tres semanas atrás, aplaudía entusiasmada y llenaba de elogios la palabra de Biolcati en la Rural. Ayer se deben haber sentido como peones de estancia del irritado patrón.




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