El Ensayo


La Ciudad inexistente

Cuando miro con la mirada de un transeúnte que recorre las calles de mi pueblo, busco

una idea de lo que veo y se me retrae la atención, como una compositora que no encuentra un frase para empezar a escribir una canción, pero debo componer una idea de lo que quiero exponer.

Voy a comenzar con interrogantes: ¿Por qué este pueblo que está ubicado en un privilegiado lugar no ha tenido un crecimiento sostenido, en tiempo, tanto en cantidad habitantes, como en espacio urbanístico?

Si al mirar al sur tenemos una ciudad como Tres Arroyos, con setenta mil habitantes y mirando hacia el norte está la ciudad de Benito Juárez con cuarenta mil habitantes y entre esa dos ciudades Gonzáles Chaves con apenas diez mil habitantes nos damos cuenta que algo pasó con nosotros.

Pero claro, es una ciudad “tranquila”, y cómo no va ser tranquila si no hay gente, si cada día que pasa se van cantidades de jóvenes. Y la ciudad queda sujeta a la idea sostenida que un pueblo puede ser pequeño y tener las bondades que te da la relación pueblerina, eso es como quedar detenido en el tiempo, es como estar parado, en un lugar tan quieto que te pueden tapar los pastos, es como la quietud muy bien observable pero, para muy pocos.

Algunos miran sin ver, la realidad es que el crecimiento de una ciudad no es siempre desde la virtud, la virtud es tan virtuosa que te hace mirar hacia ti mismo, hacia adentro, es como querer encerrar todas las buenas condiciones de la buena vida en un puño.

Los habitantes más ancianos quieren un pueblo para transitarlo ellos sin que nadie los perturbe, los más jóvenes quieren tranquilidad para que sus hijos crezcan en un lugar seguro, como si la seguridad fuera un supuesto, que se puede anticipar lo que piensa el que va delinquir.

Los adolescentes sí saben que un pueblo debe crecer, para algún día ser una ciudad verdadera, pero lo único que les queda es irse.

Los niños son felices, ¿Qué le podríamos pedir a los niños que sean “felices”?.

Esto quiere decir que este es un pueblo para ancianos y niños.

Se construirá con el tiempo, con los de edad intermedia una nueva concepción, para que nazca y florezca la ciudad y no quede en el medio de dos ciudades como paraje casi inexistente.

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Estudiantes de colegios privados





Hoy cobran 130 mil chicos.

  Lunes, 05 de diciembre de 2011 

 RECIBEN ASIGNACION SI PAGAN UNA CUOTA MENOR A CIEN PESOS

 Por David Cufré


Después de un largo trabajo de inspecciones entre los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que concurren a escuelas privadas, la Anses dio de baja del plan a alrededor de 25.000 chicos que asistían a colegios con cuotas superiores a los 100 pesos mensuales. Otros 130 mil menores que también estudian en instituciones no estatales fueron mantenidos en el sistema. De ese modo se saldó la polémica que el organismo de la seguridad social mantuvo con colegios confesionales, especialmente aquellos vinculados con la Iglesia Católica, quienes se quejaron ante una primera decisión de la Anses de excluir del subsidio a todos aquellos inscriptos en escuelas privadas. El Gobierno ajustó esa determinación inicial y fijó otros criterios para establecer quiénes pueden seguir en la AUH y quiénes no, básicamente ligados al valor de la cuota.


El decreto de octubre de 2009 que creó la AUH estableció como una de las condiciones para su acceso que los chicos estudien, y que lo hagan en escuelas del Estado. “Queremos afianzar la educación pública y que la asignación por hijo llegue a quien lo necesita, no que sea un subsidio para el pago de la cuota de un colegio privado”, argumentó en aquel momento el titular de la Anses, Diego Bossio. “Hay casos de escuelas privadas subvencionadas por el Estado y esos colegios a su vez les cobran a los más vulnerables. Eso es una injusticia”, agregó en aquella oportunidad.



Finalmente, el organismo hizo un relevamiento completo para clasificar los distintos casos de estudiantes en escuelas privadas. Se armaron tres grupos, de acuerdo con el nivel de cuota de cada establecimiento y sólo se separó de la AUH a quienes pagan los valores más altos. Se hicieron excepciones a la norma original que determinaba que los alumnos debían concurrir a colegios del Estado cuando se comprobaron situaciones de vulnerabilidad social o cuando en la zona sólo había una escuela y era privada. La gran mayoría de los chicos terminó conservando la asignación.

Pero la Anses también detectó casos de familias que son dueñas de comercios que operan “en negro”, cuyos hijos estaban cobrando la AUH. El organismo realiza inspecciones en todo el país para verificar que los beneficiarios sean los que corresponden y corregir situaciones de abuso o irregulares. Más allá de la cuestión de los colegios, la Anses descubrió más de 100 mil casos de padres divorciados que estaban cobrando el beneficio y no les pasaban el dinero a las madres ni a los chicos. Frente a esas situaciones, la Anses le quitó el subsidio al padre y empezó a liquidarlo a nombre de la madre o la persona que viviera con el menor.

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